El candidato de ECO busca llegar al ballotage contra Rodríguez Larreta. Está muy lejos, pero buscará conquistar los sufragios que le pertenecían a Michetti y forzar una final.
Por Lucas Gravano
“Los votos no son de nadie, se prestan. Después hay que cumplir con la obligación”. Martín Lousteau juega con su doble carácter de economista y flamante candidato a la Jefatura de Gobierno frente a un móvil de televisión, en el salón del segundo piso del Palais Rouge. Ahí montó la alianza ECO su bunker y recibió las primeras cifras oficiales de las elecciones primarias. El candidato no tardó en comprender que comenzaba el segundo tramo de una campaña que él mismo dividió, dialécticamente, en tres etapas: PASO, definitivas y ballotage.
La atracción principal era la interna del PRO, pero también habían ojos puestos sobre la disputa entre ECO y el Frente para la Victoria (FpV) por el segundo lugar. La clave estaba en determinar quién se consolidaba, a los ojos del electorado porteño, como máximo rival del macrismo en las elecciones definitivas de julio. Lousteau, con casi 18 puntos, aventajó por más de cinco a Mariano Recalde –el más votado de los siete precandidatos kirchneristas- y la sumatoria de ECO marcó una diferencia del 4 por ciento por sobre la del FpV.
En los números de Lousteau, además de su consolidación como segunda fuerza, hay un valor invisible: ECO es la única opción de las que competirán seriamente en julio que todavía no conoció su techo.Tanto el PRO como el FpV, ya ostentaron al máximo su potencial electoral; mientras que la figura de Lousteau es más permeable y podrá capitalizar votos de otros espacios. Esto invitará a una polarización entre él y Larreta, relegando todavía más al FpV.
En la interna del PRO, donde más se jugaba, no habrá manera de contener la fuga. Es allí donde Lousteau puede encontrar la llave para la segunda vuelta. El propio 28 por ciento, que podría significar el umbral de votos macrista, es lo más orgánico que tiene Horacio Rodríguez Larreta. Los 19 puntos que obtuvo Gabriela Michetti no están garantizados dentro de su estructura.
La composición del electorado de Michetti es, en líneas generales, mucho más independiente y hasta algunos de sus votantes podrían resultar más afines a la Lousteau que al propio candidato del PRO. Esas son las razones por las cuales desde ECO expresaban -en off- su preferencia por enfrentarse a Larreta, aunque nadie preveía que podía marcar una diferencia tan amplia respecto a su rival.
El recrudecimiento de la interna del PRO en el último tramo de la campaña es otra de las aristas favorables a Lousteau, que recogerá a los “heridos” que apoyaron a Michetti y cuestionan, más allá del triunfo, el liderazgo de Larreta en la Ciudad.
El candidato de ECO apunta en ese sentido. Reinició la campaña con los mismos ejes que marcaron su discurso antes de las PASO. Sigue cuestionando los desmanejos del PRO en materia de publicidad oficial, juego y contratistas de obra pública; las temáticas más sensibles que atravesaron la competencia entre Larreta y Michetti.
Lousteau continuará interpelando también a los votantes más críticos del FpV. Pero la constitución de esa interna es diferente, mucho más ideológica y menos elástica. Por eso, los números del kirchnerismo serán los menos fluctuantes y ese espacio no será tierra fértil para ECO.
Las fuerzas minoritarias que no alcanzaron el piso de votos no prometen nada. Sus escasas cosechas se diseminarán entre los cuatro candidatos que clasificaron. ECO tampoco podrá descansar sobre esa posibilidad.
Son poco más de dos meses de campaña los que tiene Lousteau para acotar la larga brecha que logró Larreta y forzar un ballotage. No le será nada fácil, pero el reposicionamiento que logró en las PASO inquietará al macrismo ciudadano. Paradójicamente, es posible que, desde las propias arcas electorales que hoy le pertenecen al PRO, surjan las posibilidades que Lousteau tiene de desterrarlos.