Por Eduardo Roman y Pablo Varela

¿Cómo estás viendo la campaña electoral en los medios?

Yo lo veo con mucho optimismo. Tengo la impresión que estamos viviendo la última etapa de lo que se llamó la grieta. Eso me llena de optimismo. En la batalla cultural, perdieron todos, no le sirvió a ninguno de los bandos. Es una campaña electoral llena de tensiones, de operaciones como pasa siempre, pero al mismo tiempo las propuestas han jugado un rol homogéneo, no hay nadie que esté diciendo cosas demasiado distintas. Por lo tanto lo que sí creo que marca las diferencias son las personas.

¿Qué tan permeable es Macri a lo que le puedan aportar desde el pensamiento y la reflexión?

Mi experiencia que es reciente, me incorporé a la política hace tres años, es que es un político con una capacidad notable de escucha.

No suele ser una característica de los políticos…

No. Tal vez por eso Mauricio (Macri) no termina de parecerse a un político clásico. Lo he visto en reuniones decir una frase como por ejemplo: “esa idea que vos tenés es mejor que la mía”. Eso no es algo que uno esté acostumbrado a escuchar. La verdad, que mi experiencia personal con él y con la gente que trabaja a su lado es de una enorme apertura.

En esto de intentar comprender la cabeza de los presidenciables, Macri es ingeniero. ¿Será distinta su cabeza después de tantos presidentes abogados?

Creo que sí. Hay otro elemento también, que es la evaluación de lo realizado. Hay algo en la cabeza de un ingeniero, el registro de lo necesario para hacer cosas y el registro de lo que hacés, sobre el resultado de lo que hacés. Entonces, la evaluación de las políticas, es tan importante como la conformación de las políticas y su evaluación. En la Argentina hemos tenido problemas con la evaluación. Caso más concreto fue el Instituto de Evaluación Docente. Medir lo que pasó después, es tan importante como el diagnóstico. En la Argentina, muchas veces nos quedamos con el diagnóstico.

El PRO se posiciona muchas veces como lo nuevo. Macri se mostró en la inauguración del monumento a Perón, con algunas caras que se pueden denominar viejas. ¿No ves una contradicción?

No. Lo nuevo es relacionarse con todos. No es que Macri se peroniza, ni que los peronistas se vuelen macristas. Lo que hace falta en la Argentina, involucra a todos. Estoy seguro que entre esas caras viejas (digo viejas porque son gente grande que ha vivido muchas experiencias políticas), nos dan a nosotros una diversidad, y una enorme potencia en esa diversidad. Uno de los problemas que tiene el kirchnerismo es su homogeneidad. Si no pensás como ellos, nos estás ahí. La diferencia que tiene Macri con sus rivales, es la capacidad para escuchar a los que no piensan como uno.

Pero en el contexto de una campaña electoral, se puede leer como un guiño al peronismo…

Yo no sé a quién vota Moyano. Ni sé a quién vota Duhalde, son históricos peronistas. El problema es que no me importa. Lo pensaba en términos de la política cultural, el Gobierno se ha rodeado de artistas e intelectuales que piensan como ellos. Error. No es que esté mal que se junte con los que piensan como ellos, está mal que no se junte con los que no piensan como ellos.