El artista Leandro Erlich, es el autor de la desaparición de la punta del icónico monumento porteño.
“¡Che, al Obelisco le robaron la punta!”, fue lo primero que pensé cuando miré para arriba”, explicaba ayer uno de los tantos fans de Ñengo Flow, músico portorriqueño al cual sus jóvenes seguidores porteños –lookeados al estilo rap- homenajean juntándose cada domingo en la 9 de Julio y Corrientes. Ellos fueron ayer testigos del extraño movimiento que hubo en el centro de la ciudad: un conjunto de personas –entre las que se encontraba Eduardo Costantini, empresario dueño del MALBA (Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires)- rodeaba al Obelisco mirando hacia arriba. Pasa que hasta dentro de una semana el Obelisco no tendrá más ápice (punta).
El Obelisco quedó trunco. Aunque a decir verdad, la punta del Obelisco está ahora ubicada en otra parte de la ciudad de Buenos Aires: se encuentra ahora en la explanada del MALBA, en Avenida Figueroa Alcorta y San Martín de Tours. ¿Pero qué está pasando, por qué? Bueno, se trata de La democracia del símbolo, una obra de arte contemporáneo, precisamente un site-specific (es decir, un tipo de obra que se hace para producir una alteración en un lugar preciso). El autor es el artista Leandro Erlich.
El artista logró el truco del Obelisco truncado poniendo, por encima del ápice real del Obelisco, una construcción que oculta la punta, que imita al material del monumento y genera la ilusión de que el Obelisco continúa y termina, de repente, sin punta. Pero en realidad la punta está oculta bajo una especie de capuchón de metal que imita al material del Obelisco. Por supuesto, se trata de un truco (Erlich es un artista que usualmente trabaja usando “trucos perceptivos”, visuales en sus obras).
La obra fue realizada gracias a la colaboración de distintos ministerios del gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, MALBA y la empresa Fate. Estos dos últimos financiaron el trabajo que, aunque parezca pequeño, requirió de un complejo proceso de realización: un año de producción, ingenieros, calculistas, el artista y sus asistentes trabajando en conjunto; y grúas y permisos para poder habilitar ese capuchón: ¡el “tapón” artístico es de hierro y pesa ni más ni menos que 3 toneladas!
El artista de la obra contó ayer a Clarín por qué decidió “sacarle” el ápice al ícono porteño y trasladarlo alMALBA (es decir, construir su “doble”, una imitación de ápice de Obelisco en la vereda del museo): “Quise generar la posibilidad de cumplir la fantasía de conocer el Obelisco por dentro”, decía, “democratizar el acceso. Es algo que nunca pudo hacerse, porque en su interior no están dadas las condiciones para que el público entre, hay una escalera muy pequeña y, además, el Obelisco nunca fue pensado para eso”.
A la hora de explicar por qué eligió el Obelisco y no otro monumento de Buenos Aires, Erlich apunta a que se trata de un ícono de la ciudad. “Es su símbolo por excelencia. Siempre despertó una fascinación particular a los artistas y a la gente en general. Y es, además, un lugar de encuentro: un referente.”
Se podría decir que se trata de una obra en dos tiempos: el primero ocurre en el Obelisco mismo. El segundo, en la vereda del MALBA: quien se traslade hasta allí podrá entrar al ápice del Obelisco de manera gratuita. Una vez dentro, observará que hay cuatro pantallas de video con cuatros vistas, cuatro perspectivas de la ciudad de Buenos Aires: son videos filmados desde las propias ventanas del Obelisco real. Dos de los videos muestran dos partes diferentes de la avenida 9 de Julio; los otros dos, los lados de la avenida Corrientes. Los videos fueron filmados por el artista en 4K (es decir, altísima definición); pero no muestran el paisaje de la ciudad en tiempo real.