Fue expropiada en 2014 para restaurarla y reabrirla en julio de este año; pero ni siquiera fue tasada para fijar cuánto se pagará a los dueños; un informe revela riesgo de derrumbe en la cúpula.
La Confitería del Molino, monumento histórico nacional, continúa abandonada pese a las promesas de su recuperación y reapertura para el Bicentenario de la Independencia, cuando el emblemático inmueble cumplirá 100 años.
El deterioro avanza día tras día en el edificio situado en Rivadavia y Callao, frente al Congreso, sin que haya definiciones sobre su futuro. Peor aún: las obras de reparación ni siquiera comenzaron. Tan sólo se colocó una malla protectora para evitar la caída de la cúpula, la mampostería y los vitrales sobre los peatones que caminan por esa esquina. El inmueble está deshabitado y clausurado desde hace dos décadas.
La Confitería del Molino, obra del italiano Francisco Gianotti, es un típico exponente de la belle époque, inaugurado el 9 de julio de 1916 en coincidencia con los festejos del Centenario. Estuvo alcanzada por cinco leyes y decretos que, durante sucesivos gobiernos, intentaron rescatarla del olvido, pero ninguna de estas normas logró efectivizar la restauración.
Finalmente fue expropiada a fines de 2014, cuando se anunció su reapertura para este año. Como muestra de las demoras en el trámite, el Tribunal de Tasaciones de la Nación -organismo encargado de valuar la propiedad- no ingresó todavía para determinar el monto que el Estado deberá abonar a los actuales dueños, descendientes de los fundadores, los Rocatagliatta.
“El Molino es parte de un complejo de tres edificios, de ocho pisos cada uno, construidos con hormigón armado. El conjunto estaría valuado en 15 millones de dólares, pero dudo de que el Gobierno quiera desembolsar en estos momentos ese dinero y, por eso, estarían demorando la tasación”, aseguró el ex director del Casco Histórico de la Ciudad Luis Grossman.
Según el arquitecto, que hace algunos años estuvo en contacto con inversores extranjeros interesados en transformar el inmueble en un hotel, tiene un total de 7700 m2 cubiertos; en la zona, el metro cuadrado cotiza alrededor de 2000 dólares.
Desde el Ministerio del Interior y Obras Públicas, que debe encargarse de la expropiación, según el decreto 376/2016, no respondieron las reiteradas consultas de la nacion sobre el futuro del edificio bicentenario.
“Un verdadero peligro”
Esta cronista tuvo acceso a un informe técnico elevado en enero de este año a ese ministerio en el que, entre otras cosas, se advierte el peligro de que la cúpula se desprenda y caiga. “La aguja de chapa de zinc de remate del pináculo representa un verdadero peligro, tiene la base cortada, con peligro de voladura”, alertaron los expertos. La estructura se levanta justo arriba de las aspas del molino, emblema de la confitería por la que pasaron personajes célebres de la política y de la cultura como el príncipe de Gales, el escritor Oliverio Girondo y la cantante Madonna (ver aparte).
La malla que envuelve hoy el edificio fue colocada luego de que la nacion revelara en agosto último la existencia de constantes desprendimientos de materiales de la fachada. Según los técnicos, la parte alta sigue presentando en su conjunto mampostería con pérdida de revoques, gran debilitamiento estructural, desprendimientos del cielo raso, pérdida de hormigón y una escalera caracol corroída y con peldaños cortados.
Hallaron además “gran cantidad de escombros y vidrios colgando, sectores sueltos de chapa de la marquesina, penetración de agua de lluvia directa, luminarias sueltas, perdida de cohesión, frentines de balcones desprendidos, rajaduras, grietas y ornamentos con peligro de desprendimiento, pérdida de revestimientos, de mayólicas y de tejuelas cerámicas”. Los especialistas no accedieron al interior, porque los dueños prohíben la entrada desde hace años.
En la década del 90, decretaron la quiebra; en 1992 el inmueble fue declarado área de protección histórica (APH) de la ciudad y, en 1997, el conjunto arquitectónico se convirtió en monumento histórico nacional. Como se dijo, en 2014 la ley 27.009 lo declaró sujeto a expropiación para su puesta en valor. El entonces presidente de la Cámara de Diputados, Julián Domínguez, prometió reabrirlo para los festejos del Bicentenario.
Tras el recambio gubernamental, en febrero de este año se estableció que el Ministerio del Interior, Obras Públicas y Vivienda debe liderar el trámite de expropiación. Una vez comprado el inmueble a sus dueños, se lo transferirá en forma definitiva y sin cargo al Congreso de la Nación, que será la dependencia encargada de restaurarlo.