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Todo lo que necesita saber de las elecciones “concurrentes” en CABA

Debuta doble circuito de votación y dos urnas por mesa para nacionales y local. Papeleta y maquina conviven con adiós al “cuarto oscuro” como tal. Recuento provisorio se conocerá de manera simultánea. Servini, con ultimátum para partidos que adeudan requisitos y podrían quedar afuera. Remarcan obligatoriedad de voto y sanciones vigentes para incumplidores.

La Justicia electoral afina los últimos detalles para la recta final hacia las elecciones que, en el caso de la Ciudad de Buenos Aires, tendrán la particularidad de utilizar dos sistemas distintos de votación en simultáneo y que ofrecerá dos urnas diferenciadas en cada una de las 7.326 mesas que estarán dispuestas para las PASO. El desafío es múltiple: no solo conjurar el ausentismo que ha sido denominador común en comicios en las provincias, sino lograr que el elector se familiarice, en tiempo de descuento, con una nueva mecánica de doble circuito para cumplir con la elección de autoridades nacionales y con las de jefe de Gobierno.

La “concurrencia” de ambas generará hasta un cambio de fisonomía en la distribución de los espacios. El “cuarto oscuro” será historia: el votante se encontrará en la mayoría de los establecimientos con las aulas de puertas abiertas y las mesas con autoridades adentro; a su lado, más alejados unos biombos de cartón individuales con las boletas expuestas en hileras con la oferta nacional, al estilo kiosko de diarios; y a la vista del presidente de mesa, la máquina de Boleta Única Electrónica con divisores a los costados como un cajero automático para mayor privacidad.

Una campaña de difusión comenzará en los próximos días, explicando que el votante llegará a la mesa, entregará su DNI y obtendrá el consabido sobre firmado para ir detrás del biombo. Escogerá de la oferta de boletas ordenadas por número de registro de cada partido (lo que no resulta visualmente sencillo) y volverá a la mesa para ingresar en la urna (nacional) el sobre con los candidatos elegidos para presidente, vice, representantes del Parlasur y diputados nacionales.

Ahí terminará la primera parte, pero acto seguido le entregarán la BUE cuyo formato de oblea grande concentrará todo el resto del proceso, con un primer troquel recortado por las autoridades. Irá a la máquina, lo insertará como en una impresora y elegirá las opciones en pantalla (votar agrupación completa o elegir por tramos). En la Ciudad se vota jefe de Gobierno, legisladores y comuneros. Con botoncito para el “blanco”, el elector armará su voto y cuando finalice, aceptará o corregirá lo que la máquina le ofrezca como previsualización de su voto y última instancia para modificar. Luego se imprimirá y con ella, el elector volverá a la mesa para que le quiten el último troquel que deberá coincidir con el primero y con la BUE doblada sobre sí misma, la insertará en la urna “porteña”.

“Nos faltó un poco de tiempo y experiencia. Pero no era imposible”, afirma la jueza federal con competencia electoral María Servini respecto a la complejidad de organizar su trigésima elección consecutiva, pero esta vez bajo la modalidad mixta, lo que implica un gran cambio para el que hubo que capacitar personal y autoridades, y está en la fase final de ensayos abiertos para que el público se acerque a probarla. El simulacro es una suerte de “look and feel” para el votante. La última chance de recoger mejoras o sugerencias. En palabras de la jueza por si “ve algo que no se ha visto desde acá”.

Estamos a tiempo para que nos den sugerencias”, indicó Servini que hace valer su experiencia récord en la dirección de comicios y destaca la labor de su equipo al remarcar que trabaja de manera constante e invisible en los años en los que no hay votaciones. Por orden suya, casi no hay establecimientos de los 1.097 que tengan dos pisos para subir. De preferencia todo será planta baja. No solo por la gente con problemas de movilidad, sino también porque esta vez está la “máquina”.

Ultimátum

A Servini no le tiembla el pulso para fijar un plazo letal para las agrupaciones como Unión de Centro Democrático (UCD), Proyecto Joven y Principios y Valores para que presenten el material adeudado a riesgo de quedarse afuera de las PASO. Del mismo modo, es probable que fije nuevamente el requisito de que la información provisoria que se dé a conocer a partir de las 21 del domingo respete la proporcionalidad de carga de los 5 distritos más importantes.

Eso sin importar que el recuento porteño sea infinitamente más veloz. En esta oportunidad hay armonía con la Cámara Nacional Electoral (CNE) dejando atrás capítulos de fricciones, y un énfasis en el trabajo en conjunto y colaborativo con el flamante tribunal electoral porteño que funciona bajo la órbita de CABA pero consensua todo con Servini. Además, comanda un grupo de WhastApp con todos los jueces electorales del país para tramitar eventuales urgencias que sucedan en la jornada.

Un detalle no menor que insisten en remarcar es el objetivo de despejar las sospechas que rodean siempre un voto intermediado por la tecnología. La “maquina” no solo no tiene conexiones externas, sino que funciona como impresora en una primera instancia y como una calculadora para el recuento. “No almacena ningún dato”, subrayan.

La BUE posee un chip. Una vez impresa, el chip permite reproducir en la pantalla lo mismo que esta impreso. El recuento es significativamente más rápido porque simplemente se apoya el chip en una suerte de lector como el de supermercados y contabiliza automáticamente en cada categoría. No permite pasar la misma BUE dos veces y advierte que esa boleta fue leída. Cualquier máquina sirve para contar. Con esas previsiones, el desafío es otro: evitar el ausentismo. No de las autoridades de mesa (ya se cursaron 25 mil telegramas con buena recepción) porque la Justicia electoral afirma que cuentan con personas suficientes como para evitar el riesgo de que algún votante tempranero termine absorbido por la mesa contra su voluntad.

Por eso Servini dictó una resolución exhortativa respecto a la obligatoriedad del voto y recordó que además de la multa (risible por los montos), existe toda una batería de sanciones previstas en el Código para quienes incumplan con el deber cívico de votar.

Si los Poderes Ejecutivos pusieran en vigor esas facultades, por ejemplo, ningún empleado público a cualquier nivel podría evadirse sin justificarlo porque correría el riesgo de ser cesanteado, o bien tramitar renovaciones de DNI o licencias quedarían impedidas para quienes no concurran. Reinstaurar esas sanciones podría combatir la sensación de que no votar no trae ninguna consecuencia lo que, combinado con apatía a la oferta electoral y desánimo coyuntural, explica las magras concurrencias.